las codicias. Posiblemente intuyeron que el caballero templario que se ofreció para esconderla podía caer en la tentación, la parte oscura de su interior, todavía no derrotada, podía despertar y vencerle.
Una tarde que había estado practicando con una amiga el despertar la energía del corazón, me fui a la cama en un estado elevado de presencia y una especial energía amorosa dentro de mí.
Siempre que puedo, antes de dormir me relajo y medito durante un buen rato, y aquella noche estuve reflexionando sobre la última entrega hasta que me quedé dormido. Por la mañana me desperté bastante temprano con una sensación de paz interior y claridad mental inusual. Me relajé en la cama entrando en un estado de duermevela y, sin proponérmelo, unas imágenes pasaron por mi mente: me encontraba sentado delante de una gran roca, que reconocí al instante, era el Cavall Bernat de Montserrat. Podía verme a mí mismo sentado en posición de loto y en estado de meditación, a mis dos amigos sentados un poco más alejados y cerca de ellos dos caminantes que se alejaban del lugar. Me encontraba en un estado de paz maravillosa cuando, de pronto, un grito aterrador que venía de lejos me sacó de la meditación del sueño, y me desperté al instante. En el primer momento ni siquiera sabía si el grito lo había oído en el sueño o en el presente. La primera impresión fue bastante confusa, pero a medida que iba pasando el rato me di cuenta de que había oído el grito estando en duermevela y segundos después un flash me iluminó interiormente.
_ ¡Dios mío! ¡Este podría ser el lugar de la séptima entrega!
Se trataba de un lugar muy conocido para mí. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?
Sin vestirme cogí el teléfono y llamé a mis compañeros de aventuras. Estos, ilusionados y sobresaltados, quedaron en visitarme aquella misma noche.
Nos sentamos en un rincón de la sala de estar y comenzamos a preparar la nueva hazaña con tremendas ganas.
–No anticipemos nuestra alegría, en realidad no sabemos si será este el lugar.
Pero los dos contestaron con un optimismo que me contagió, primero Isard y luego Juliette.
– ¡Seguro que lo es!
– ¿Qué lugar podría ser mejor y tan conocido por ti en Montserrat?
–Seguramente tenéis razón. Tiene narices que haya pasado toda mi vida relativamente cerca de esta montaña y cada vez que cambiaba de domicilio, era para acercarme todavía más a ella –explicaba con tono emocionado–. Siempre he tenido una relación muy especial con ella y he paseado muchísimas veces por sus numerosos GR, hasta llegar a saber que tanto su morfología como su energía son algo muy especial para el planeta.
Isard el más preparado, con nociones de escalada, sacaba sus conclusiones:
–Si la entrega está en el Cavall Bernat, pensad que es una roca de considerable altura –reflexionaba la parte práctica de la misión–. Hace mucho que no escalo, espero que podamos hacerlo.
– ¿Qué haremos? –me preguntó Juliette.
Rascándome la cabeza, intentando sacar alguna idea de ella, contesté:
–Pues no lo sé. Si Isard lo ve difícil imagínate nosotros que no hemos escalado nunca.
Pero algo hacía pensar que no estaría en un lugar tan difícil.
–Si nos fijamos en las condiciones de las otras entregas, estoy casi seguro que no estará en lo alto de la roca.
–Pero olvidas que esta entrega no se tiene que guardar, que no es una entrega física –dijo Juliette muy atenta a todos los detalles.
–Tienes razón, puede estar en el lugar donde coincida con un centro energético, tanto en el monolito como cerca de él.
La idea no me parecía nada descabellada ya que hacía muchos años que sabía de la existencia de teorías sobre el Santo Grial y la montaña de Montserrat. Un grupo místico esotérico con el que estuve un tiempo, decían que el Cavall Bernat era una puerta dimensional.
Y, si en Miravet pude recibir enseñanzas desde una puerta dimensional, porque no hacerlo desde el Cavall Bernat, a lo mejor me pueden indicar dónde está la última entrega si ese no fuera el lugar.
Sin más debate, me disfracé y salí como un rayo. Mis amigos me recogieron algo apartado de mi casa y nos dirigimos a Montserrat.
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