Pg. 218-219

Nuevamente mi imagen apareció débilmente reflejada en ella, y distinguí la voz del mendigo que me decía:

–Acércate más, es una botella muy bonita y muy interesante.

Estuve a punto de dar media vuelta y largarme pero una voz interior me lo impidió:

“No te dejes influir por las apariencias”.

Volví a mirar al mendigo fijamente a los ojos y ya no lo vi como un mendigo, tenía una mirada transparente y profunda y brillaba con una luz especial.

“¿Quién eres? –salió directamente de mi inconsciente.

Con una sutil sonrisa me contestó:

“¿Quién te gustaría que fuese?”

Nuevamente la respuesta me dejó perplejo y sin preguntas. Casi sin querer, volví a fijarme en la botella, ahora más cerca y detenidamente.

Mi imagen se reflejaba en ella pero se movía mientras que yo estaba quieto, primero me asusté un poco pero finalmente me entregué a lo que estaba viendo.

Me vi en el entierro de mi padre, llorando, y un pensamiento volvió a azotar mi mente con aquella sensación de malestar. Mi padre murió solo en el hospital y yo me sentí muy mal por ello; me confié y no tuve la previsión de que llegaba su hora para estar a su lado cuando fuese el momento, y este recuerdo lo tengo grabado muy hondo.

De pronto otra pregunta asomó en mi mente.

“¿Cómo es que me has hablado en español?”

“A través de tus pensamientos, porqué aunque tú los tienes en catalán yo domino más el español”.

“¿Puedes escuchar mis pensamientos?”

“Sí, cuando se piensa con el corazón, ya que es un lenguaje universal. La mayoría de pensamientos que tienes, como persona especial que eres, ya no salen puramente de tu mente sino que son filtrados o generados desde la conciencia y se emiten desde el corazón”.

Seguía mirando perplejo al personaje y a la botella alternativamente, con ganas de frotarme los ojos para ver si desaparecían o permanecían allí, cuando la curiosidad por la peculiar botella me hizo formular la siguiente pregunta:

– ¿Esta botella que tienes a tu lado, no es una botella cualquiera, verdad?

–Me alegra mucho que me preguntes por la botella, de no ser así no podría hablarte de ella. Solo puedo hablar de ella a las personas que la reconocen o se reconocen en ella.

–Esta botella forma parte de una selección no muy grande de botellas, 144 en total, una para cada elemento del universo –explicaba calmadamente el supuesto mendigo –. Cada una de ellas se encuentra en una tienda de antigüedades, para que la persona que ha alcanzado un nivel de conocimiento suficiente pueda encontrarla, para después de realizar su reconocimiento y transformación, luego, si lo desea, buscar otra en otro lugar del mundo y cuando la encuentra dejar allí la que ya utilizado.

– ¿Pero, los anticuarios lo saben? –pregunté.

–Muy pocos, pero aún sin saberlo cumplen muy bien su misión.

– ¿Y si una botella se rompe?

–Entonces los maestros encuentran a faltar su equilibrio, desafina la armonía de la vasija universal, el grial de la luz, no el de la sangre de Cristo, y construyen otra dejándola en el lugar que le corresponde, para que la encuentre quién la tenga que encontrar –me miró sonriente y siguió hablándome–. Recibo de tu interior una pregunta y te daré la respuesta. El ser humano es como una botella de cristal, unas tienen mucha base, otras son más anchas en la parte de arriba o en el centro... Divide mentalmente la botella en siete partes y tendrás una franja central que representa el equilibrio. Esta dimensión es la ideal para encontrar nuestro centro, la presencia, pero un exceso de ella nos hará seres inmovilistas, incapaces de crear, materializar y evolucionar.

Escuchaba con suma atención sus palabras que, aunque me sonaran un tanto extrañas, me tenían embelesado.

–La primera franja –prosiguió él tranquilamente –, la que está en contacto con el suelo representa el materialismo, las raíces, la base. Una carencia de esta nos llevara a una falta de vitalidad, de sentir atracción por las cosas y por tanto a la incapacidad de materializarlas. Por otro lado, un exceso nos llevara al materialismo y a la involución.

»La segunda franja nos indicará la capacidad de atracción sexual, como la sentimos y nuestros traumas en ese ámbito.

»La tercera franja nos indica nuestra capacidad manual, la perfección del cuerpo físico, el triunfo en lo material. Tenemos que vernos en ella para darnos cuenta de cuan atrapados estamos en este mundo material, y es evidente que un exceso será negativo para nuestra evolución

Novela autobiográfica.
462 páginas.
ISBN: 978-84-614-8278-8
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